sábado, 23 de julio de 2011

Partiendo de Schopenhauer

'El mundo es mi representación', señaló Arturo como quien no quiere la cosa, la cosa en sí, claro. Y aquí es donde el pez se muerde la cola, porque la cosa en sí es la voluntad, y voluntad significa querer. Si rebobinamos unas líneas veremos que Arturo señaló como quien no quiere la voluntad, como quien no quiere querer o queriendo sin querer, representa su mundo involuntariamente a pesar de que la cosa en sí es la voluntad. Somos los actores de nuestro mundo o, tal vez, sus agentes comerciales, sus representantes. Uno se confunde ante su actuación mundial, es lo que tiene la filosofía, que no te enteras de nada hasta que termina el día, y cuando todo parece cuajar, mi mundo comienza a soñar; ahora es él quien me representa, quien me interpreta, ahora es cuando Arturo diría 'Soy la representación de mi mundo', y mi cuerpo, dormido, hace de público. Y mañana, cuando despierte, aplaudiré la representación soñada. Que mejor forma de comenzar el día lleno de filosofía, con aplausos de ánimo, de bienvenida a la vida: Hola mundo, ahora represento yo durante todo el día.

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