martes, 15 de enero de 2008

Dedos mágicos

El pudor es un falso valor, una virtud hipócrita, una mentira social que atormenta inútilmente el cuerpo produciendo malestar. Mi espalda estaba cargada de pudor, o tal vez de malestar, y decidí poner manos a la obra, pero hábil como nadie, las manos que puse a la obra fueron las de otro. Pero una duda me embargaba: no hay manera de ayudar a un genio, decía Robert Walser; ¿qué hacer entonces? Esas manos que iban a diluir la mentira social que atormentaba mi espalda tenían que poseer dedos mágicos. Con más suerte que otra cosa, como suele ocurrir siempre, encontré esas manos y, oh Dios mío, qué dedos, parecía que hablaban, y como la suerte estaba de mi parte, no hablaban entre ellos sino conmigo. Una vez cumplida su labor, con esa magia que les caracteriza, accionaron el botón del aparato que iba a inflingirme la electroterapia final. Hubiera sido más fácil decir que me han dado un masaje, pero entonces no hubieran sido dedos mágicos. Nuestra tarea en este mundo consiste en creer cosas que nadie más se toma en serio. Y, de pronto, otras cosas habían cobrado más importancia para mí. El pudor ha desaparecido, era lógico, se trata de dedos mágicos.

2 comentarios:

cronopio_84 dijo...

era siatsu o tailandés? :P

http://www.youtube.com/watch?v=JWGwylbB3PA

neomaño7 dijo...

Ni siatsu, ni tailandés, es un hombre de Zuera. Sí claro, así es la vida por estos lares.