domingo, 2 de septiembre de 2012

¿Seguro que una imagen vale más que mil palabras?

Cuando la persona que más amáis os diga por primera vez te quiero, intentar explicarme entonces si hay alguna imagen que valga más que esas dos palabras. Ahora pensar en lo que se podría decir con las novecientas noventa y ocho restantes. ¿Cuánto vale la primera palabra de un niño, de un hijo? Una única palabra que genera muchos recuerdos llenos de imágenes maravillosas; sí, una sola palabra. ¿Cuánto dura la ternura de una imagen y cuánto la de un buen libro? Tal vez no deberíamos comprobar la duración. La imagen causa un impacto repentino, superficial; la palabra, creo yo, es mi opinión y también mi experiencia, cala hondo, genera imágenes, tal vez una frase bien dicha provoca en mi cerebro una auténtica película, llena mi baúl de recuerdos, crea, incluso, una banda sonora, una frase bien dicha se transforma en estribillo o en título, una frase, tal vez una sola frase, sea el resumen de una vida o incluso de una época. La dificultad de descubrir en la palabra lo que yo veo radica en que hay que observarla como los demás ven la imagen, con interés. Cada letra es una imagen, es un camino con un recorrido distinto. Qué me decís de las curvas de una ese, o del oleaje de una eme, o de la comodidad de sentarse en una be... La palabra tiene el don de engendrar diferentes paisajes o imágenes. Hay palabras, como amor, que en mi cerebro son enciclopedias enteras de imágenes.

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