lunes, 8 de mayo de 2023

Absurdas menudencias

A veces nos hacen reír, como esos bailes en soledad donde canturreamos canciones en idiomas inventados, o esos momentos de ascensor donde ese espejo grande nos insufla un yo teatral que se desboca del tercero a la planta baja y, la voz de un vecino o la puerta que se abre, nos devuelven a la anodina realidad y, en milésimas de segundo, intentamos recomponer nuestra personalidad ficticia de siempre, ese yo vulgar que los demás creen conocer de nuestros actos rutinarios y sus imaginaciones. Otras veces, esas absurdas menudencias dejan de ser divertidas y comienzan a hincharse de importancia flatulenta, y la mayor tontada pesa un mundo, una mirada furtiva e inquisidora que parece rasgar las vestiduras de nuestro cuerpo, dejando nuestra piel herida, cierto escozor aflora, una frase mal interpretada que nos abofetea y que te dicen no es nada, no le des importancia, pero tu piensas que la tiene y que quiere decir cien mil cosas que no se han dicho pero que revolotean por tu mente como mosquitos hambrientos que picotean en ese sentimiento herido e inventado. Luego, una cara amiga, un abrazo, un no pasa nada, ya estoy aquí, que te calma y te devuelve al cariño que en realidad estabas reclamando sin saberlo con esta absurda menudencia.

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