domingo, 2 de agosto de 2009

Perrazorra

Perrazorra ya está vieja. Gruñe, y cuando gruñe parece salir de su interior su alma en pequeñas volutas de humo. Aún recuerdo cuando amamantamos a su cachorro mientras ella perrazorreaba por ahí. Perrazorra no lo ha olvidado, no es eso, porque para olvidar algo primero tienes que recordarlo, pero cuando perrazorra perrazorrea no existen los recuerdos sobre la tierra, no para ella. Perrazorra gruñe a la vejez con engaños y buenas maneras, con intenciones que son tan buenas que nunca dejan de serlo, siempre con esa juventud y aroma de intención recién hecha. Y en ese pequeño mundo de mierda en el que revolotea, perrazorra es la reina. Qué tierna perrazorra, que lo que no disfruta lo borra, que todo se lo come, así pues todo la engorda. Come, vegeta y gruñe, y si no jode, desune. Perrazorra, nenita que fuiste, fíjate en lo que te convertiste.

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