Sintiendo que mi amor estaba lejos y que mi corazón tenía prisa, respiré hondo y pensé que, por qué no, todo podía ser posible, al menos una vez. Miré mi mano cerrada formando un puño que se abría lentamente y, en la palma de mi mano, justo delante de mí, estaba el mundo.Y dentro del mundo mi amor, a escasos centímetros de mis labios, podía sentir su olor, paladear su sabor, acariciar sus mejillas, besar sus párpados, lamer sus orejas, entrelazar nuestros cuerpos en un abrazo de mil caricias. En la palma de mi mano, el mundo, y, en sus labios, el paraíso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario