jueves, 5 de mayo de 2016

Y qué más da si somos máquinas

Cuál es la diferencia entre chatarra de carne y persona humana. ¿Y la primera máquina con obsolescencia programada? Somos nosotros, qué curioso. Hemos barnizado el egoísmo de sentimiento creyendo cambiar las cosas. El propio sentimiento (senti-miento) ya nos auguraba desde su comienzo el actual síndrome del auto engaño. Siempre hemos querido marcar la diferencia ante el resto de máquinas con palabrería como humanidad, amor, alma, más allá, divinidad... y no somos más que máquinas de sangre y huesos. Máquinas que adoran el sexo, pero que pierden más tiempo hablando de él que practicándolo. Máquinas conectadas a través de maquinas en el único mundo real, el virtual, el aparente. Máquinas empaquetadas a la moda que necesitan una recarga casi constante de líquido, alimento y sol. Máquinas que hablan y hablan sin decir nada. Máquinas que se preocupan de chorradas y que hablan de otras máquinas, y sueñan que son otras máquinas más sofisticadas, máquinas que ya no tienen que hacer nada, máquinas que se empolvan queriendo y sin querer, máquinas que sueñan polvos y sueños que hacen polvo a las máquinas. Máquinas de sangre y huesos, eso somos. Solo eso.

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