viernes, 5 de agosto de 2016

Lo que provocas en mí

Primero son sueños fantásticos que estallan en mí, expandiéndose, generando un no sé qué, una realidad aparente que escupe en mí recuerdos inventados que falsean la memoria con permiso del autoengaño; pero, al parecer, me siento feliz, y consiento el juego que, por cierto, no sé si lo he creado yo pero ya me está dominando. Tus frases son el oleaje que me transporta sentimentalmente por la pista de baile del ánimo. Siempre que estoy bailando siento tus labios. Cada movimiento es un beso y por eso no puedo parar. Bailo dormido, bailo comiendo, bailo solo y en la calle, bajo contigo en todas partes. Tu mirada es mi agencia de viajes y me dejo absorber por tus pupilas para salir catapultado a nuevos parajes de tu cuerpo: playas vírgenes, montañas salvajes, sinuosos valles, carreteras de pelo, caminos de tersa piel, luna llena de lengua, noches de abrazos tranquilos y despertares de caricias reposadas. En mi cabeza habitas como en una fiesta, con sonrisa eterna. Y tu habitación en mi corazón, con visillos de cariño y pintada de amor.

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