viernes, 10 de marzo de 2023

Mi amigo Néstor

Es un perro de aguas que me ha acompañado más de trece años. No me daba cuenta, pero era mi alma. Se ha ido y me siento perdido, sumido en un charco de llanto cada vez que lo recuerdo, mi corazón se alborota con cada gota salada de mis ojos y mi cuerpo, sin él, es simple despojo. Han pasado varios días desde su partida y, como cuando te rompes las gafas, que te las subes aunque no las lleves puestas, miro debajo de la mesa cada cierto tiempo, donde se tumbaba rozando mis pies, esperando encontrar mi alma peluda de cuatro patas. Cuando llego del y trabajo y estoy a punto de decir: hola cariño, lloro como un niño y me acuerdo que te has ido. Pero aquí sigo y no desisto en llevar una vida alegre, como la que llevaba contigo. Salgo a pasear y miro al cielo y solo veo nubes de pelo. La gente me habla y solo oigo ladridos. Todos los niños de la plaza llevan sus juguetes en la boca. Mi vida se ha vuelto loca. De pronto, doblo la esquina y te veo, Néstor, mi niño. Has vuelto. Ya no ladras, me susurras al oído que sigues y seguirás conmigo. Lanzas una pelota y me dices, corre Jorge, es tu felicidad, corre a por ella. Y nos despedimos.

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