domingo, 18 de mayo de 2025

Verdades inventadas

Dicen que la realidad lleva poco tiempo entre nosotros, que la vamos construyendo poco a poco. Así que la realidad debe ser como un amor de fantasía, como esa foto de la que te enamoras y empiezas a construir una historia y a ver lo que sólo tú puedes ver: tu realidad. Ocurre como cuando jugabas de niño, que todo podía cambiar a tu antojo, que podías hacer grandes viajes en un sitio muy reducido sin ni siquiera estar leyendo. Así que despiertas a ese niño que hay en tu interior, la primera gran verdad inventada y una de las más bonitas, y comienzas a construir el mundo como en un juego en el patio del colegio, igual que cuando disfrutabas del recreo cuando fuiste niño verdadero, lugar de mil y una fantasías y, a veces, también de algún error de sistema. Y en este mundo monótono de trabajar para vivir, en la calle gris de la rutina asoma un rayo multicolor de esperanza en la sonrisa que provocan las verdades inventadas. El amor no tiene fronteras, te susurra el niño interior, y comienzas a sentirte mejor. Puede que sea el karma devolviéndote la pelota, otra verdad inventada y tergiversada en múltiples conversaciones de bar entre almas modernas achispadas por diversas sustancias, donde conviven los descreídos con las nuevas y más sofisticadas creencias de la última hornada. Y no sabes por qué, pero le dices a tu niño interior que el amor duele, vaya si duele, pero vale muchísimo la pena, tal vez sea el sentido de la vida y no hay karma que interfiera. Piensas, durante un instante, que tu mundo amoroso imaginado cobra vida, sientes que puede ser posible y notas en tu interior como burbujea la alegría.

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