1º) Desarrollar y potenciar la imaginación.
2º) Ser bueno.
3º) Declararse optimista, aunque sea con lágrimas en los ojos.
4º) Procurar amar, incluso al imbécil de turno.
5º) Respirar hondo, varias veces.
6º) Hacer ejercicio.
Porque si las cosas van mal, el mundo está en crisis, la democracia de tu país es de chichinabo y, casualmente, tu jefe es el imbécil de turno y del turno, siendo bueno puedes imaginar que los goznes perfectos vienen volando para aposentarse en el sitio correcto, para que todo gire a la perfección, y las lágrimas de tu optimismo no se sequen, sino que se disipen con una brisa encantadora con ligeros toques de lavanda y, cuando en realidad tenía ganas de partirle la cara al imbécil de tu jefe, respiras hondo varias veces y, tras un ejercicio mental de aquí te espero, tu imaginación potenciada por el ejercicio físico matutino y el amor, te ofrece una visión distinta y no ves a tu jefe de siempre, sino a un agradable compañero que te ayuda y facilita el trabajo, que colabora y que... Abres los ojos y ves al imbécil de tu jefe. Y entonces no te queda más remedio que matarlo, aunque prefieres volver a los seis puntos del principio y seguir imaginando.
Cualquier cosa puede ser interesante, eso depende de cada uno. Y en un acto de humildad en el que apenas me reconozco, bajaré un escalón más, y adoptaré todo aquello que me suene interesante, para moldearlo con mi intelecto, transmitirlo con mis dedos en pleno tecleteo, donde un sonido maquinal se transforma en fenomenal, y ahí es donde lo interesante empieza a sonar, y la música de la comunicación fluye y se expande, generando un baile vital del que todos formamos parte.
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