viernes, 20 de abril de 2012

Recuerdos inventados

Mi amigo se acerca y me dice, a media voz, que tiene sida. Lo miro un instante que no sé si dura un segundo o tal vez diez minutos. Le digo, llegas tarde, pero si nos damos prisa puede ser que aún quede una mesa libre. Habíamos quedado para jugar al billar pero no se acordaba. Una pausa con los ojos ciegos de luz mirando un horizonte inexistente y se le saltan las lágrimas, sonríe y me abraza. Todas las mesas están ocupadas. Mi amigo me mira y dice, ha sido la mejor partida de mi vida. Gracias. No recuerdo ninguna tacada interesante, pero una sensación de partida perfecta me inunda. Los mejores juegos están en el corazón.

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