domingo, 3 de marzo de 2013

Desesperadamente feliz

Andaba yo en búsqueda de la felicidad, como algunos bichos de flor en flor, como algunas personas de ciudad en ciudad o de relación en relación y, tan desesperado creía estar, que siempre esperaba lo que no iba a llegar, de manera que sólo estaba equivocado. Mi esperanza no hacía otra cosa que generar ilusiones que yo tomaba, con el tiempo, como realidades y, con un poco más de tiempo, eran difuminadas por la verdadera realidad que me arrastraba, sólo por mi culpa, por mi gran culpa, como diría no sé quién, a un pozo depresivo generado por las ilusiones esperanzadoras. Y decidí parar. La quietud me indujo a pensar. Si soy capaz de no esperar nada, la aparente oscura y malvada realidad no podría difuminar mis ilusiones creadas por mi esperanza. Digamos que ante mi desesperanza, la realidad sería neutral. Y como no espero nada podría disfrutar de lo que ya tengo con alegría y, a veces, ser feliz. Ser un pasajero feliz de la vida. Y como la felicidad es como nosotros, también es pasajera. No hay ninguna persona que permanezca siempre y, la felicidad, tampoco. Asumo entonces que la felicidad y yo somos pasajeros, y lo asumo con alegría; con una alegría que dura todo el día en alguien desesperadamente feliz. Y continuo andando por el camino de la vida sin esperar nada.

1 comentario:

marieta dijo...

Lo que yo te diga: la felicidad, la alegría de respirar, el optimismo ilustrado. Ese eres tú, mi weling admirado.