viernes, 11 de octubre de 2013

Torrentes de amor

Un amigo me habló de ellos. Yo no daba mucho crédito, parecía algo sin sentido, como los extraterrestres, otro producto de la imaginación. Pero hoy todo ha cambiado tras mi primera toma de contacto. Mi corazón aceleró su ritmo y la intensidad de la palpitaciones también creció. Un calor interno en la zona del pecho que también abarcaba parte del estómago generó el suficiente placer como para arquear mis labios. Tragué saliva, mis ojos tenían luz propia y, la mirada líquida, transmitía la aproximación del torrente de amor. Mis poros crujían en silencio al abrirse, los pelos oscilaban mínimamente, dando la bienvenida al torrente, saludándole. La alegría corría por mis venas: era otro síntoma, sin duda. Un cosquilleo en mi cuello me hizo suspirar, eran pequeños besos estampados desde el interior, era, no había duda ya, un torrente de amor. Y están por todas partes, agazapados, esperando su momento, una señal, el aliento interno que les dé vida, energía, el ímpetu del movimiento divino, la libertad para serpentear por el mundo. Déjate atrapar por su corriente, genera otro torrente, corre la voz, expande el amor. La revolución acaba de empezar. Un amigo me habló de ellos y, ahora, cada una de sus palabras lleva un torrente de amor. Cuando sientas uno cerca, no lo pienses, zambúllete y disfruta.

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