domingo, 19 de abril de 2015

No debo divagar

Pero no puedo evitarlo. No debería haber abortado. Y sin consultarme. ¿De verdad que estas cosas se deciden así? Mi padre va a cumplir noventa y mi perro se está realizando su enésima auto felación del día; puedo oírlo, sus chupeteos son en estéreo y tienen eco. No debo divagar. El médico me dijo que debería centrarme. Qué de tonterías puede llegar a decir un médico. ¿Qué quiere decir centrarse? Es como ir por el buen camino, ¿quién coño entiende eso? ¿Dar consejos desempolvados del refranero y decir tópicos a troche y moche es realmente ser médico? Medicina general la llaman. Mi padre duerme con la boca abierta y la tele encendida sentado en un sillón con los muelles hundidos. Poco a poco se va escurriendo hacia el suelo. Cuando despierte, como todos los días, dirá que está muy mayor y que le duele todo sin haber hecho nada. Mientras, el perro, sigue chupándose. No parece cansarse. Hoy es mi día de fiesta y, para variar, no voy a hacer siesta. Quiero alargar la tarde, sin sueños; hoy dejaré tranquilo a Morfeo. No debo divagar pero no puedo parar de hacerlo. En cierto modo le estoy pillando el gustillo. Debería dar un paseo o ducharme, pero la soledad me incita al pensamiento. La música que escucho hace que mis ideas bailen. Mis emociones zigzaguean, dan brincos, tan pronto pienso en la muerte como sonrío. Una tarde da para mucho y eso lo sabe mi perro mejor que nadie.

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