viernes, 1 de mayo de 2015

La invitación

Llegó en un sobre brillante que incitaba a sonreír. Abrí el sobre y la vi. Por ósmosis mi corazón empezó a refulgir. Una fiesta de hermosos recuerdos se aglomeró en mi mente y hasta los queridos muertos se hicieron vivientes. Ectoplasmas cariñosos me acariciaron el rostro. Un río de dicha inundaba mis ojos, el perro daba brincos y el pájaro cantaba. El tráfico paró mientras las nubes bailaban, y pequeños susurros que a la postre fueron besos se adherían a mi cuerpo. Empecé a andar, di dos pasos y el suelo apenas sentía. La casa se llenó de amor y mi cuerpo levitaba. Me aproximé a la ventana a leer la invitación. El pájaro calló y las nubes quietas miraban. Un silencio de respiración contenida me dio la bienvenida. Entonces leí la invitación. Hoy vas a ser feliz, pronunciaron involuntariamente mis labios. El pájaro siguió cantando, el perro saltó a una nube y yo le seguí en el salto. La gente nos saludaba mientras seguían cantando. La nube paró en tu ventana y ahora el amor nos sigue desbordando.

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