domingo, 7 de junio de 2015

Traqueteo

Es el que siento por dentro. Transmitido por el tren en el que viajo, transcurre mi vida como un recorrido, como una distancia. Sumido en mis pensamientos me dedico a observar el paisaje por la ventana. Cielo, árboles, nubes, todo moviéndose y yo quieto. El tren, y a veces también la vida, hace que todo se mueva más rápido, que los detalles apenas se perciban. Me concentro en la ventana, en el paisaje, veo los prados de mi niñez, caminos que se bifurcan y cimbrean, los rodeos que di para llegar a un punto relativamente cercano, las cosas sencillas que me costaron tanto aprender. Mirando por la ventana pero introduciéndome más en mi interior, ya no veo plantas sino sentimientos, los árboles adquieren rostros, los amigos, a veces tan lejanos pero sentidos tan cerca, aparecen surcando el cielo de deseos, de recuerdos, de vivencias y ensoñaciones. Entro en un túnel de conversaciones, se oye de todo, se mezclan ideas, se crean conceptos, hay un te quiero que se sienta a mi lado. Salgo del túnel y veo un pensamiento futuro que hace brillar al te quiero y éste me da la mano, me besa. Miro por la ventana y veo tu rostro sonriendo. Puede que estés lejos, te digo, pero, señalándome el corazón, estás conmigo aquí dentro. Unas nubes de diálogos escancian sus palabras en mi cerebro. Ahora mismo estoy viajando al amor que siento. Mis poros se abren y se electrifican, mi piel vibra de puro contento. Oigo tu voz y no es un sueño. Tu sonrisa me acaricia, tu ternura me desviste, lloro de alegría en tus palabras de vida. El te quiero de mi lado tiene tu cuerpo, el vagón es todo nuestro, el paisaje, melodía, la vida cobra sentido y nos amamos con el sigilo del viento. Miro por la ventana, el aroma de tu piel impregna mis pensamientos, el traqueteo del tren tiene tus movimientos. Miro por la ventana y sonrío al ver a tus besos atravesándola y forrando mi cuerpo durante el traqueteo y, sin pensármelo dos veces, susurro un te quiero que ilumina el vagón entero.

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