domingo, 30 de agosto de 2015

¿Por qué deseo lo que deseo?

¿Porque no lo tengo? ¿Porque es lo que quiero? ¿Por qué me gustas tú y me gusta el romero? Ay, son tantas preguntas como deseos. O tal vez una más si me pregunto por qué me cuestiono mis propios deseos. O tal vez es mi deseo preguntar y vuelven a empatar. Desde el umbral de la vida, la duda me acompaña día tras día. Hablo con ella, discuto como con una amiga; le digo que me deje, me dice que se va, pero siempre está a mi lado, tan cerca la siento como el aliento. Tal vez lo que deseo es dudar, tal vez no lo pueda remediar, y aunque sepa que el amor me acabará produciendo dolor, no puedo dejar de amar. Pero en esta vida, la felicidad constante es un cuento de los de antes, y yo no me quiero engañar, quiero sufrir después de amar, pues sin dolor no hay amor, quiero dudar todo el rato y tener pequeños instantes de felicidad. Y como quiero mi sueño cumplido no hago más que soñar lo que vivo. Y en esas estoy, poniendo toda la intensidad en mis instantes de felicidad.

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