jueves, 22 de octubre de 2020

Tú me enriqueces

Casi todos hemos tenido un profesor que nos llamaba la atención porque todas sus palabras nos enriquecían, ampliaban nuestro conocimiento y, no solo eso, nos hacían pensar. Incluso sus silencios nos enriquecían. ¿Pero puede ocurrirnos lo mismo en el amor? ¿Incrementar nuestro amor solo con la contemplación? He de decir que he encontrado una persona así. Empezó gustándome su físico, como otras muchas veces me había pasado con otras personas. Pero esta vez ha sido distinto. Cada foto que publica en la red social que compartimos, aumenta su belleza y también mi amor. Ver su imagen renovada me enriquece. Su sonrisa me alimenta. Su mirada me habla con susurros íntimos y me acaricia por las noches hasta que me duermo, todo he de decirlo, muy placenteramente. Y, al poco de dormirme, sueño que estamos juntos. Descubrimos cosas juntos, una flor, una comida, una ocurrencia, todo a su lado es enriquecedor. Sé que es solo un sueño, pero está lleno de amor. Y además a mí me parece una continuación de la vida, un compartir ideal tan real como la vida misma. Pero en la vida real, de momento, solo podemos hablarnos, bueno, ni tan siquiera eso, porque se trata de mensajes de texto. Pero he adquirido la habilidad de ponerles voz, de dar calor a su aliento, por eso me encanta que me hable en susurros en todos mis sueños, porque puedo oler su espìritu, percibir su interior, su amor que avanza hacia mí. También, cuando observo su mirada en cada foto, puedo oír su voz, ver sus palabras que se impregnan en mi cuerpo, sus sonrisas que me acarician las mejillas y me hacen sonreír. Noto su presencia y cada vez es más intensa. Nuestras almas ya están juntas, hace un tiempo se entrelazaron y jamás se separarán. Solo queda acercar los cuerpos porque todo lo demás ya esta unido. Y aunque estemos separados, la distancia entre tu piel y mi piel se ha diluido y permaneceremos siempre unidos.

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