sábado, 13 de febrero de 2021

Cuando un día podría ser una vida

Gozando de la atemporalidad musical me encuentro, en una tarde que ha pasado de anodina a semiplacentara. Los muertos me visitan. Va a ser un san Valentín diferente, espiritual, lleno de espíritus, recuerdos danzando conmigo, deseos que se encarnan, ah, oh, ah oh, ah oh... Qué bonitos son los días normales, donde lo más que se puede resaltar son los pequeños detalles: tal vez una visión, ancestral o no, un pequeño gesto, incluso propio, por qué no. Hoy, ahora, veo que todo está en mí. Todas las maravillas y todo lo que deseo, el universo entero. Y pienso que la vida puede estar contenida en un día. Y también, que la celebración no merece solo un día, sino una vida. Todo es tan extraño, sobre todo cuando, de repente, se presenta de una forma tan clara que te abruma. Sin duda no estamos acostumbrados a la clarividencia, por lo menos yo no. Pero la recibo con humildad y la asumo con paciencia. En esta vida diaria donde un cosmos se genera en una jornada y en miles de años no pasa nada intento aprovechar el instante, aunque a veces creo que es el instante el que se aprovecha de mí. No me preocupa, es más, me hace sonreír. Voy creciendo por momentos y, a cada rato, sintiendo, no dejo de sentir ni de sentirte, y pienso que cuando un día podría ser una vida sin dudarlo yo sería tu día.

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