martes, 23 de febrero de 2021

El triunfo

Desde pequeño me dijeron que para triunfar en la vida hace falta dedicación, mucha voluntad, tener padrinos y también suerte. Estudiar, tener un buen trabajo y una familia es un triunfo relativo. El triunfo también depende de dónde estés, de quién te rodees. Hay gente que mide el triunfo con las envidias que genera. Otros, la única forma que tienen de medirlo es con dinero. Pero el tiempo va pasando y te vas desengañando. Las veces que más dinero he tenido, supuestamente mis épocas de mayor triunfo, son las que me he sentido más solo. También he estado en el otro extremo, con muy poco dinero o sin nada, pero con mucha gente a mi alrededor. Ahora, en cuanto a dinero, estoy en un punto que podríamos denominar aristotélico, en un punto medio, aparentemente lo justo para existir con cierta dignidad y placer. No tengo a mucha gente a mi alrededor, pero no me siento solo. Comparto mi vida con un perro; tiene ya once años y está un poco enfermo. Pero estoy acostumbrado a cuidar de los demás. Tal vez el triunfo sea valerme por mí mismo. Ir a trabajar, llegar a casa y hacerme la comida que me gusta, disfrutar comiéndola y también después, cuando mi cuerpo la digiere. Hacer una pequeña siesta, si se tercia; tomar café o un té verde, disfrutar de la lectura y de la música, escribir un poco, pasear con el perro y preocuparme por él. He ahí mi triunfo. Un triunfo que disfruto a diario, que nadie me envidia pues no creen que sea un triunfo. Un triunfo que no se mide con dinero. Ese es mi triunfo, un triunfo verdadero.

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