sábado, 19 de febrero de 2022

El motor

El otro día pensaba en qué era lo que me hacía moverme. Lo que me daba ánimos constantes, lo que me hace progresar, ser mejor persona, qué es lo que me hace intentar hacer mejor las cosas, todo lo que hago. Y no solo ahora sino durante toda mi vida. Recuerdo que de pequeño era el afán de conocer, ya fuera conocimientos, gente, lugares, pero no siempre podía estar compartiendo con otras personas, con mis amigos, ni tampoco podía estar siempre viajando y, poco a poco, empecé a amar a los libros. Me daban conocimiento, también compartía con personas de otras épocas o con personajes ficticios que se asemejaban a muchas personas y, como no, también podía visitar muchos lugares a través de sus páginas, incluso lugares que no existían porque eran solo imaginados; podía visitar otros mundos, otras épocas, ir al futuro, volver al pasado. Por un momento pensé que el motor era mi amor por los libros. Pero resulta que también disfruto escribiendo, aunque mi amor por la escritura puede que sea una consecuencia de mi amor por la lectura. Y otra de las cosas que me encantan es cocinar. Disfruto mucho cuando me sale bien la comida, no solo tomándola sino compartiéndola. Y cuando mejor me sale es cuando introduzco mi ingrediente secreto: el amor. Y luego estás tú, que te deseo, te quiero, te amo con sinceridad y de forma infinita y absoluta, que disfruto escribiendo para ti, que me encanta leerte, tanto lo que yo escribo como tus sentimientos, leer tu rostro, leer tu vida. Y de todo esto hay un punto en común, el motor buscado, lo que me mueve, lo que nos une, lo que nos hace hacer lo que hacemos y de la mejor manera que sabemos, por eso disfrutamos de nuestros actos y de nuestras vidas. El motor, el único motor es el amor.

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