martes, 1 de marzo de 2022

Te encontré

Sin pretenderlo, sin saber cómo. Como quien caza al vuelo con la palma de la mano el aire, el espacio vacío que hay entre dos gotas de lluvia y, sin mojarme, capturé tu esencia en un instante imperceptible pero subconscientemente sentido. Fue como una semilla depositada en mi corazón. El bombeo constante de mi sangre te hacía crecer, nuestro amor tomaba forma. Empecé a percibir tus sonrisas como delicias de la naturaleza. Me asombraba de tus gestos, de tus formas y, ahora, tus ojos son para mí como dos piedras preciosas, dos bolas de cristal mágico, dos esferas maravillosas que construyen tu espléndida mirada donde me zambullo, y nado en ella, surfeando en tu personalidad exquisita, llego hasta tu corazón y acelero su ritmo, me sincronizo con él, nos hacemos uno y el mismo. Te encontré y descubrí que todavía no sabía nada de las exquisiteces del placer y tú me las fuiste descubriendo a cada instante, con tu mirada, con tu sonrisa electrizante, con tus cautivadores movimientos que me envolvían, que seducían mi alma, con tus palabras sinceras que me acariciaban y generaban un halo de felicidad que achicaba las distancias, transportándome en un momento a tu encuentro y, sin apenas darme cuenta, entre tus brazos me siento. Te encontré, amor, mi cielo, sustento de mi corazón, te encontré y alcé el vuelo a una vida de felicidad sin límites, a una aventura sentimental tan fenomenal que hasta ahora nunca había sido imaginada. Te encontré y la vida cobro sentido, amor.

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