Cualquier cosa puede ser interesante, eso depende de cada uno. Y en un acto de humildad en el que apenas me reconozco, bajaré un escalón más, y adoptaré todo aquello que me suene interesante, para moldearlo con mi intelecto, transmitirlo con mis dedos en pleno tecleteo, donde un sonido maquinal se transforma en fenomenal, y ahí es donde lo interesante empieza a sonar, y la música de la comunicación fluye y se expande, generando un baile vital del que todos formamos parte.
lunes, 4 de abril de 2022
La lectura
Creía que iba a ser un día como los demás, de apacible lectura y, al principio, así fue. Me aposenté en el sofá, abrí el libro y comencé a leer. Todo pareceía en calma. Iba pasando páginas y la historia seguía tranquila. Me subí las gafas, suspiré cómodamente y reemprendí el camino entre las letras. Un timbrazo estalló en medio de la habitación como una bomba. Di un respingo y me levanté, dejando el dedo índice en el interior del libro, y me dispuse a descubrir quién era el protagonista de tamaña interrupción. Al llegar a la puerta acerqué el ojo a la mirilla. No había nadie. Habrá sido algún bromista, algún crío o alguien que se ha equivocado, pensé. Volví al sofá, me senté, con los pulgares abrí el libro y saqué el dedo índice de su interior y, cuando me disponía a reemprender la lectura, la ventana se abrío de golpe, la pequeña cortina se elevó hasta el techo, ondulante, como una ola en un día de tormenta, las páginas del libro se contagiaron del mismo baile salvaje. Intenté poner el dedo índice otra vez en el interior del libro para no perder la página donde estaba leyendo. Lo puse, pero fue demasidado tarde, lo puse en otra página. Me levanté y cerré la ventana. Abrí otra vez el libro y me percaté de que no era la misma página. No sé por qué leía la primera frase de un párrafo que tenía una pequeña marca o señal, como un asterisco con una pequeña flecha, aunque tambien podría ser solo un tachón involuntario. No te pares ahora que has llegado hasta aquí. Si se vuelve abrir la ventana, no la cierres, deja que entre el aire, intenta ser parte de él, busca la ráfaga de viento propicia y súbete a ella. Fluye, sal al mundo, déjate llevar. Y eso hice. Ahora era aire. Salí por la ventana y atravesé varias nubes. El cielo me inundó de azul. No sentía frío, era como ir flotando en una enorme caricia. Lo que en principio creí una ligerísima brisa, eran como pequeñas burbujas de aire estallando en mi piel, pero tampoco burbujas, pues era una sensación agradable y placentera, eran pequeños besos estampándose en mi piel. Cerré los ojos. Me notaba desnudo pero mi temperatura había ascendido. Cómo era posible que entre las nubes y lanzado al aire por una ráfaga de viento sintiera este calor familiar. Abrí los ojos. Cerré el libro y ahí estaba tu rostro, a escasos dos dedos del mío y, nuestros labios construyendo un increíble beso que puso fin a la lectura.
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