sábado, 1 de abril de 2023

Esmog rutilante

Dicen que estamos rodeados de una niebla de partículas de polvo en suspensión mezcladas con materia tóxica, humo envenenado que permanece a nuestro lado, odio industrial y malestar generalizado. Debemos reciclar, nos dicen, pero la ecología del día a día ha empezado a formar parte de nuestros automatismos sin sentido. Me paro en la calle, iba caminando y he frenado ante un pequeño rayo de sol que se ha colado en mi vida. Lo contemplo. A los pocos instantes empiezo a percibir el esmog y veo a las partículas bailando en ese rayo, intentando decirme algo, como la nieve televisiva que contiene un más allá cercano, vislumbro un intento de comunicación; tal vez este brillo no es un rayo sino un halo, lo poco que aún permanece de él, un halo que agoniza en el esmog diario. Continúo mirando y descubro un par de letras entre todas esa partículas que se siguen moviendo, bailando al son de la vida azarosa, del capitalismo irredento, de un individualismo zombi que murió hace mucho tiempo. Dos letras más se han formado, ya van cuatro. Es la solución ansiada, lo que la vida me depara. Y este rayo, o tal vez halo, brilla ante mis ojos de una forma especial, resaltando a las cuatro letras. Cierro los ojos ante este esmog rutilante. Mis párpados han caído ante el fulgor del mensaje pero sigo viendo las cuatro letras, las interiorizo, se fusionan conmigo: amor.

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