
Cualquier cosa puede ser interesante, eso depende de cada uno. Y en un acto de humildad en el que apenas me reconozco, bajaré un escalón más, y adoptaré todo aquello que me suene interesante, para moldearlo con mi intelecto, transmitirlo con mis dedos en pleno tecleteo, donde un sonido maquinal se transforma en fenomenal, y ahí es donde lo interesante empieza a sonar, y la música de la comunicación fluye y se expande, generando un baile vital del que todos formamos parte.
sábado, 5 de julio de 2025
El viejo exterior
Camina lentamente porque no le queda más remedio. Muchas veces no se reconoce en el espejo y otras sólo ve un recuerdo. El tiempo es un viento que bromea con nosotros, que juega con las hojas secas a derribar nuestro cuerpo. Abre un libro y lee, pero en seguida se cansa. Enciende la radio y, a los pocos minutos, se queda dormido. Se levanta entumecido, renqueante, con movimientos sin sentido. Juega a ordenar el mundo, come un poco, como un pequeño ratoncito. Parte de la comida se queda en la mesa, otra en el suelo y algunas migas en su ropa que, cuando se dé cuenta, se las comerá una a una, y siempre es luego. Ay, cada día me gusta menos este juego, se dice. Olvido las reglas, todo se hace más lento, pierdo el hilo, no sé a dónde voy ni de dónde vengo. Abre la ventana y entra un aire que envuelve su cuerpo. Se siente a gusto, feliz, sus pelos vibran atrapados entre arrugas y pliegues que ha dibujado el tiempo. Quién inventó este juego. Un niño no, fue un dios enfermo. Sentado desnudo en la mecedora que heredó de su abuela sonríe con el balanceo al recordar el nombre del maldito juego: el viejo exterior. Carcajea un rato, chupa un caramelo, se queda dormido, haciendo babas para el puto juego.
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