lunes, 7 de julio de 2025

El existir

No estaba previsto. Ni el mío ni el de nadie. Somos una casualidad con un discurso inmortal y eterno que nos hace sentir mejor. Voluntaria e involuntariamente nos untamos de importancia en un mundo donde la mayoría de especies que lo habitan son mejores que la nuestra, pero nosotros hemos inventado el autoengaño para proteger nuestra fragilidad. Creamos diferencias inexistentes sólo para eliminar a parte de nuestra especie. Cualquier pequeña diferencia es buena para crear hostilidad, odio y todo lo que contribuya a un enfrentamiento obligado para hacernos sentir mejor que el de al lado. Construimos discursos y relatos que avalen nuestra postura, fabricamos políticas de la nada, avanzamos a nuestra destrucción creada por nosotros mismos. Y mientras ocurre todo esto tenemos que vivir, enfrentarnos al día a día que, para la mayoría, supone una lucha constante que el sistema procura disfrazar de mil maneras, haciéndonos creer que conseguir más dinero solucionará nuestros problemas. Muchos sabemos que no es así, que el dinero contribuye a generar otros problemas, pero el autoengaño hace que nos abotarguemos inconscientemente de manera voluntaria y vayamos fluyendo con la situación común del momento sin hacer absolutamente nada para que cambien las cosas. ¿Qué podríamos cambiar?, nos decimos en privado. A las protestas les han inoculado miedo. Hacer huelga está mal visto, protestar constantemente te transforma en un pesado social, en un antisistema que molesta al resto. Al final todos somos muy parecidos en lo esencial aunque todos pretendemos ser distintos.

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