viernes, 23 de diciembre de 2011

Mi primer solo de flauta

Que nadie piense que se trata de mi primera paja, o pensarlo pero cometeréis un error. La flauta es travesera, el solo está en medio de una canción del coro voluntario del conservatorio, cantada en la iglesia de Santa Isabel de Portugal, en Zaragoza, y la canción está en medio del concierto navideño de este año. Cuando llegó el momento tan deseado, por el que tanto habíamos ensayado, en pocos segundos, se acumularon las sensaciones en mi cabeza, en mi corazón, generándome unos nervios que corrían por mis venas que vibraban en mi interior. Las pulsaciones se aceleraron, había varios tiempos: pasado mezclado, presente confuso, futuro próximo acercándose a zancadas, el de mis pulsaciones y el de la partitura. Empecé a tocar teniendo hambre, sed, ganas de miccionar, de evaporarme. Y, de pronto, pensé, ya ha llegado el día, estoy tocando, lo estoy haciendo bien, pero a parte de hambre y sed y de lo otro, me falta aire, la cabeza me va a explotar, noto como hierve, me acelero, son solo dieciocho compases que parecen no acabar nunca... La gente aplaudió, aún la sigo oyendo, saludo igual que saludé en su momento, sentí vergüenza, me felicitaron. Aún no me lo creo. ¿Es esto ser feliz? Creo que sí.

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