domingo, 7 de octubre de 2012

Peripecia

Las hay negativas o gubernamentales y positivas o personales. Ahora mismo estoy a la espera de una peripecia personal, donde el amor sea el motor, la causa, el protagonista, la esencia misma de la peripecia. No se trata de una espera ansiosa, sino con esperanza, llena de calma y alegría pausada. Donde una ilusión infantil provoca el alzamiento de las comisuras de los labios porque una música inaudible para el resto suena en mi cerebro recordándome que la felicidad está cerca, igual que en el silencio la música aún permanece desvaneciéndose, generando chiribitas que se expanden por mi cuerpo y recalan en mis ojos donde, si fueran observadas a través de un microscopio, aparece tu imagen acuosa y brillante, multiplicada por el reflejo en la lágrima placentera que me resisto a derramar para no perder tu visión múltiple que, en mi cerebro, ya ha adquirido movimiento. Y comienza el baile imaginado con la música inaudible, y soy feliz, porque te abrazo en el mundo acuoso de mis ojos y, con vueltas danzarinas y cimbreos suntuosos, te encamino al corazón donde se encuentra mi lecho de amor.

No hay comentarios: