domingo, 30 de diciembre de 2012

El secreto de la marca España

Hace unos meses que he perdido el norte a pesar de vivir en él. Oigo en televisión, leo en los periódicos y revistas, la gente comenta: la marca España. Me atolondro al instante. ¿Qué es lo que me he perdido? ¿Por qué ya no es un país donde resido, el trozo de tierra que piso? Salgo al rellano y le pregunto al vecino que me mira de soslayo y me dice, lo siento yo soy francés, aunque para ustedes mejor sería decir adidas o, en el caso de mi mujer, lancome. Me asusto y él se parte de risa. Vuelvo a casa. Desanimado, me tumbo en la cama. Mis ojos, sin querer, buscan España en el techo, entre otras manchas o marcas, pero nada. La mirada se va hacia un lado y el diccionario se ilumina por el reflejo del sol en un retrovisor de un coche que está pasando, como un barco por una isla, por la calle de abajo. Voy a la eme directo; busco marca esperando ver un mapa, la piel de toro prohibido que habito, pero todo es un mito que se diluye al encontrar el verdadero significado: prostituta, mujer pública. En germanía, que es la jerga o manera de hablar de ladrones y rufianes, ese es el significado de marca. Y es el gobierno y políticos varios, la sota, el caballo y el rey, más amigos del poder y toda esa caterva de familiares y afiliados, los que usan y nombran la marca España, ahora tan venerada. Rufianes y ladrones de última generación, algunos poderosos por una simple votación al tuntún, no tergiverséis con la marca España y mentarla como procede, acorde a los tiempos de algarabía política y social: puta España. A veces todo se soluciona con el diccionario.

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