domingo, 17 de febrero de 2013

Conflagración

De repente una conflagración intelectual de todas mis personalidades tuvo lugar. Se veía venir, pensé, pensamos todos, o deberíamos hacerlo y sólo lo decimos para quedar bien. ¿Pero con qué fin? Y, sobre todo, ¿qué es quedar bien? ¿Existe realmente? ¿Lo que nosotros creemos que es quedar bien significa quedar bien para los demás también? Lo dudo; lo dudamos todos o deberíamos dudarlo. Y las dudas, como los conocimientos, vienen encadenados, en ristra, una tras otra, es lo que tiene pensar, que genera muchas cosas: dudas, decisiones, sabiduría, soluciones... Y después de esta perturbación intelectual repentina no me reconozco a mí mismo, aunque sería mejor decir que no soy el mismo yo de hace unos instantes. Se han generado unos cambios que me incitan a tomar decisiones transcendentales en mi insignificante vida, pero, para mí, decisiones tremendamente importantes, pues que yo sepa, es mi única vida. Porque, tengamos muchas vidas o no, sólo tenemos conciencia de una y, a veces, más nos vale, porque si tenemos conciencia de varias seremos, educadamente, unos trasnochados, o, vulgarmente, unos auténticos colgaos. Sea como fuere, ya no soy el que era, o sea que no soy yo mismo, entonces, por ende, soy otro, otro yo de similar metabolismo. Y sumido en este enredo espero una nueva conflagración. He quedado con ella a las cinco. ¡Ay, señor, qué llegue pronto y se renueve mi asombro!

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