domingo, 3 de febrero de 2013

¡Una santa sería su madre!

Y él, tan sólo, un gobernante sin gobierno porque, como muy bien dijo el poeta, se hace gobierno al gobernar; no como algunos se creen, al decir que se gobierna. No soy lo que digo sino lo que hago. Porque puedo decir misa en latín y ser un auténtico pamplinas, puedo matar elefantes y constitucionalmente no haber matado una mosca, puedo prometer el oro y meter lo que cago el moro. A las palabras hay que darles la mano de las acciones pertinentes para que adquieran validez. De lo contrario, querido gobernante sin gobierno, no es que debas dimitir, lo que tendrías que hacer es volarte la tapa de los sesos para que viera el pueblo que no tienes nada dentro y poderte así perdonar, tus cagadas y destrozos, con canciones de lamento. Tus mentiras se las llevaría el viento, la gente empezaría a honrarte porque ya estarías muerto. Adelante gobernante, dispara, y la dignidad perdida, sin saber por qué, recuperarías. Y tu madre sería una santa por tapar tu rostro con una manta. No hables más y dispara.

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