
Cualquier cosa puede ser interesante, eso depende de cada uno. Y en un acto de humildad en el que apenas me reconozco, bajaré un escalón más, y adoptaré todo aquello que me suene interesante, para moldearlo con mi intelecto, transmitirlo con mis dedos en pleno tecleteo, donde un sonido maquinal se transforma en fenomenal, y ahí es donde lo interesante empieza a sonar, y la música de la comunicación fluye y se expande, generando un baile vital del que todos formamos parte.
domingo, 10 de agosto de 2014
En un momento
Un vuelco me dio el corazón. Los párpados se abrieron tan rápido que pude oír el sonido de su movimiento, tensándose al máximo. Las pestañas vibraban. La llama titubeante por mi rítmica respiración se reflejaba en mis pupilas brillantes. La vela de lavanda estaba a punto de extinguirse, pero al final, siempre al final, cuando has asumido su próxima desaparición, parece que nunca termina. Soplé, y mi aliento retenido explotó contra la llama sumiéndome en lo oscuro durante milésimas de segundo. Me levanté, en mi corazón cabalgaba cierta ansia, tiré la mesa, cayeron los libros, la cera caliente se secó en varios de mis dedos; todavía olía a lavanda, a lavanda y a carne ligeramente tostada. Una línea de luz externa me indicaba la situación de la puerta. Avancé, tropecé, suspiré, todo en uno. Mi mano tanteaba la puerta con premura, el pomo no estaba donde debía, jugaba conmigo. Mis dedos con cera chocaron con fuerza contra el pomo, un ay contenido cayó muerto entre mis labios, lo mordí, salivé, lo escupí, tragué el regustillo de un dolor estúpido mientras la luz golpeaba en mi cara al abrir la puerta. La vida es dura, me dije, pero cómo me gustaba la jodida.
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