viernes, 1 de agosto de 2014

Busco respuestas

Y para ello no hago nada. Me tumbo boca arriba en la cama y escucho. Los sonidos se confunden, los pensamientos hablan y el silencio emerge en pequeñas burbujas mientras mis ojos se cierran después de un pequeño parpadeo titubeante, como a cámara lenta, y así, sin querer, se crea una siesta. Sin saber cuánto tiempo ha pasado, abro los ojos y, aún cansado de no hacer nada, ronroneo gustoso. Remoloneo unos segundos, me estiro y, mientras mis ojos se conceden un último parpadeo, mis labios se arquean y una sonrisa creo. Pienso en cosas por hacer y también en las respuestas que busco. Soy un artista, un poco vago, pero un artista en todo momento y hace un rato he creado una siesta y una sonrisa. Son también dos respuestas que me han sido concedidas por lo natural de la vida. Me levanto, muevo una silla, me siento y mi cuerpo respira. Me encuentro mejor y pienso en ello: qué sería de mi vida sin esta búsqueda constante de respuestas que cada instante, sin apenas darme cuenta, me revela.

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