El amor es la medida

A un lado queda el odio y, al otro, la indiferencia. El amor es la justa medida, el equilibrio, lo que nos acerca a la felicidad o nos la intuye. En esta aventura de la vida flotamos en un inmenso charco de dudas y debemos saber qué elegir y qué evitar y, para ello, la razón atenta nos puede ayudar. Descubro en la amistad la armonía deseada y aprendo de todos y cada uno de mis amigos. Incluso aprendo también de mis enemigos y de mis propios errores. Descubro que no hay felicidad sin placer, ni amor sin dolor. Acepto el destino exterior y renuevo el interior. Siempre dispuesto al amor, a dar un abrazo, un beso, a escuchar, a intentar decir lo necesario, a crear silencios sanadores, a sonreír por nada y todo a la vez, a generar pequeños instantes de placer, como esas burbujitas diminutas que se encuentran en la espuma de las olas, para acabar formando una gran alegría que llegue a las orillas de nuestras vidas, que moje nuestros cuerpos, que nos alcance justo en el momento en que nos estamos dando un beso y que, en medio del beso, nos dé la risa y, sin saber por qué, un llanto alegre, de tanto reír, se deslizará por nuestas mejillas, las manos en nuestros estómagos, intentando parar el ritmo acelerado de los músculos que ríen, respiramos, seguimos riendo, un abrazo, parece que nos calma, se va haciendo intenso, nuestras miradas se cruzan, hay un brillo nuevo, un beso lento se va generando al unísono, sube la temperatura. El amor es la medida.