sábado, 3 de noviembre de 2012

Siempre en ti

Me cuelo por los intersticios de tu alma para quererte más, desde dentro, para amarte desde el origen del sentimiento y, desde tu interior, acariciar la paredes de tu cuerpo con mi pensamiento. Zambullido en el torrente de tu sangre formo parte de tu temperatura y, sí, exactamente lo que estás pensando. La cosa asciende, vas cogiendo grados y, de repente, me cuelo en tus huesos y soy también tus tuétanos. Inicio el movimiento con el maravilloso ritmo del amor desde el interior de tu cuerpo: bailas, bailo: bailamos. Y esta danza humanamente divina, confunde nuestra sangre, mezcla nuestros huesos y funde nuestras almas en el placer tranquilo de un te quiero sin sonido, irradiado por la mirada, de un te adoro no sonoro, de un te amo y te acaricio con los ojos, de un te siento en mi suspiro; y seguimos bailando como niños.

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