jueves, 12 de septiembre de 2013

Asombrosas posibilidades

Una tarde apacible: mi perro custodia mi alma agazapado debajo de la cama mientras la música se entremezcla con la lectura. Una nota, un recuerdo, mágica asociación, un olor sempiterno imaginado, construido en la mente y, de repente, la posibilidad subyacente toma forma; con ciertas melodías es la norma no escrita, la felicidad moldeada por la imaginación se palpa por toda la habitación. El perro olisquea, la melodía termina y la lectura se estanca, y yo, con una sonrisa de sexo travieso, accedo a todos tus misterios inventando posibilidades. Soy tan monótono en la vida que mi mente me sorprende con estas habilidades. Siempre quiero decir algo distinto de lo que digo cuando estoy contigo, pero, cuando te imagino a mi lado, soy divino. Tú siempre me recuerdas que puedo preguntarte cualquier cosa pero sólo son las posibilidades imaginadas las que me dan alas, las que me descubren lo mejor de ti y las que siempre me hacen feliz. Y a quién le importa la realidad entonces. Cierro el libro que no leo, el perro ladra y la música, hace un rato ya, se fue a otra parte.

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