La belleza infinita

Hoy pensaba en lo maravillado que me tiene tu cuerpo que para mí, sin ninguna duda, es una obra de arte. No sigue los cánones habituales de belleza y puede que para muchas personas tu cuerpo pase completamente desapercibido o solo sea uno más. Pero no todo el mundo puede ser partícipe de la belleza infinita. Porque al contemplar tu cuerpo puedo ver también tu alma. La belleza de tus curvas reside en la sinceridad que llevan impregnadas. Sucumbo ante tu piel porque tus poros desprenden la esencia del amor futuro que percibo, tal vez, desde un lado primigenio y oscuro donde, a través de una mirilla casi mágica, me deleito observando todas las capas de maravillas escondidas que hay en ti. Portas un ingente potencial de amor que ya he empezado a saborear desde la distancia. Tu elegancia es como tu belleza, infinita a la par que humilde, sin pretensiones añadidas, natural como la vida misma. Hay una aureola de bondad a tu alrededor que irradia pequeñas moléculas de amor que recibo cada vez que te contemplo. Y por eso tu belleza va creciendo en progresión, por eso es arte, porque es un auténtico placer contemplarte, y la visión se ha hecho tan densa que, casi casi, puedo tocarte. Tu belleza infinita se ha instalado en mi pensamiento, tiene un pequeño apartamento en mi corazón y una inmensa fábrica de sueños e ilusiones compartidas en mi imaginación. La belleza infinta es un portento y tú eres mi amor.