Los bisabuelos no quieren que tenga perro. De todas formas yo sólo quería convivir con él, quererlo, compartir nuestras vidas (completándolas), pero no tenerlo. Hemos discutido muchas veces y ahora tampoco quieren que comparta mi vida con un cánido. La relación, a veces, se hace insoportable. Tengo ganas de dejar a los bisabuelos, pero, y no sé qué es, hay algo que me frena. Cuando no discutimos me ignoran, la mejor de las veces, soy un susurro cálido que hace la comida, un golpe de aire que hace la compra, una solución inocua, sin ánima, y lo que es peor, sin perro. Pero cuando llega la tarde, justo antes de merendar, cuando doy un pequeño masaje a las tullidas piernas de la bisabuela, en especial a la derecha, y descubro que mi perro es la pierna, la acaricio con esmero, o, mejor aún, con amor, lo imagino corriendo y, dando un salto hacia mí, abrazándolo, mientras sigo con mis frotaciones a la pierna, provocando que la sangre de su interior vuelva a fluir otra vez o, por lo menos, esparciéndola todo lo que está en mis manos. Volvemos corriendo a casa Néstor, mi perro, y yo, le doy unas últimas caricias y la bisabuela dice gracias cariño, ahora me encuentro mejor. Y yo le hago un guiño de complicidad a su pierna derecha.
3 comentarios:
que bonito!!
tus bisabuelos necesitan conocer a Nestor...no solo de pierna vive el hombre...
Hay mucha gente que sin saberlo tiene amigos imaginarios, que no lo son precisamente por su falta de corporeidad (que los pueden tocar). Lo que realmente es imaginario es su amistad, solo que no se desvanece hasta que no se les necesita.
Jumbo dixit, neomaño repliquit?
Contestación a Jumbo con varias preguntas: ¿te estás refiriendo al bolita-de-los-triunfos? ¿o a lo mejor te refieres al quiero-y-no-puedo-porque mi-mamá-no-me-deja de los triunfos? ¿o es un bajista de los triunfos pero sin ellos?
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