miércoles, 18 de julio de 2012

El mundo en un verso o reducciones poéticas del universo

Antiguamente se tenía miedo a la expansión del universo. Estabas leyendo sentado en el sofá de tu casa tranquilamente, te quitabas las gafas y las dejabas sobre la mesa que estaba justo al lado del sofá, te restregabas los ojos lentamente, como desperezando tu visión del mundo y, cuando intentabas recuperar las gafas, estaban unos centímetros más lejos, tenías que incorporarte para volvértelas a poner. El universo se había expandido. Hoy en día todo es distinto. La crisis mundial ha generado una serie de recortes que hacen que todo sea más pequeño. Tu sueldo es más pequeño, como la paga de un niño; tus vacaciones más cortas, como las de una mosca canaria (sin salir de tu país y con una hora menos). Tus amistades caben en una pantalla y son de todo el mundo y parte del extranjero. Donde antes dejabas las gafas ahora hay un amigo de Madagascar; en el baño, diez americanos; en la cocina, quince japoneses; a tu lado, un murciano y en el techo, tres madrileños. El universo se encoge debido a los recortes. Ayer era una persona, hoy soy un avatar. De mi cuerpo sólo quedan unas manos que teclean para hablar, para amar, para andar por un mundo reducido, por un universo recortado, sin distancias, por paisajes de fantasía atrapados en fotografías, por sentimientos encapsulados en un vídeo musical, por personalidades hechas de gustos y disgustos, por amores digitales de experiencias virtuales, por odios de comentario, por ecologistas del no. Llaman a la puerta, o tal vez al teléfono; no importa, todo está en mi cabeza que está en mis manos y. a través de una tecla, descuelgo o abro. Así es el universo recortado.

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