jueves, 23 de mayo de 2013

Menhir

Tengo uno en mi jardín, para que el sol no me deslumbre y pueda verte venir. Allí medito a la sombra mientras contemplo la luz. Y escucho mi voz, mi corazón y mi respiración, y los hago tuyos, y es, casi casi, un encuentro, donde la tristeza se disipa y la mirada se profundiza tanto que atraviesa la realidad y el corazón despierta y accede a la libertad soñada. Con la espalda apoyada en mi lindo menhir no me hace falta verte venir para sentir tu presencia, y no son los pensamientos que tengo de ti lo que veo, sino a ti mismo. Hay algo mágico en el jardín cuando estoy junto al menhir, no importa la vida o la muerte, pues siempre te veo venir. El esplendor del instante te trae hacia mí y, sin dudarlo, pienso: esto es ser feliz.

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