lunes, 6 de mayo de 2013

Presente

La gran maestra, la vida, me susurra a través de un pensamiento que nunca voy a saber la verdad; tal vez pueda aproximarme y a lo mejor consista en eso mi vida, siempre recorriendo un laberinto de conocimientos que hacen brotar nuevas dudas. Las preguntas se acumulan en el presente. Los cimientos del pensamiento no son tan firmes como creía y, por extraño que parezca y tras pensarlo con detenimiento y generar más dudas, eso me hace feliz. La verdad es extraña, huidiza, cambiante; pero de la misma manera que no conozco la vida y la vivo, la voy conociendo en el presente, podría no saber la verdad pero disfrutarla o vivirla. No sé si me explico, pienso a veces; no hay quién le entienda, dicen algunos; para qué sirve todo esto, se cuestionan otros. Todo es tan distinto sólo porque todo es verdad. Y esa es la principal cuestión, el legado de la vida, la verdad no puede saberse porque está en constante evolución, como un niño, como una flor, como el amor. Crece, se expande, la esencia provoca recuerdos, no es más que el motor de la vida, el amor, la verdad contenida que fluye en una mirada, que surca los cielos en una ilusión, que se alimenta de una esperanza, que se aposenta en tu corazón. La verdad es la vida, la verdad eres tú: mi amor.

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