Cualquier cosa puede ser interesante, eso depende de cada uno. Y en un acto de humildad en el que apenas me reconozco, bajaré un escalón más, y adoptaré todo aquello que me suene interesante, para moldearlo con mi intelecto, transmitirlo con mis dedos en pleno tecleteo, donde un sonido maquinal se transforma en fenomenal, y ahí es donde lo interesante empieza a sonar, y la música de la comunicación fluye y se expande, generando un baile vital del que todos formamos parte.
miércoles, 22 de mayo de 2013
Textura de sueño
En principio una tarde como otra cualquiera. Cerré el libro que tenía en mis manos y la música, Iván el terrible de Prokofiev, invadió mi entorno, se anexionó mi cuerpo y plantó su bandera de acordes y melodías en mi cerebro. Y la tarde anodina se transformó en emocionante. El viento comenzó a dar vida al paisaje rutinario que me ofrecía la ventana de todos los días. Las nubes me observaban desde el cielo. La ropa tendida en el edificio de enfrente y un par de cortinas me saludaban amistosamente. La cotidianidad estaba a un paso de la ensoñación: la vida había adquirido textura de sueño. Los violines manejaban el ritmo de mi corazón; primero lo agitaban como las olas de un mar enfurecido a un barco perdido y solitario y, después, lo dejaban en calma chicha, cantando una nana a media voz que sosegaba mi alma embravecida. Perplejo, veía bailar a los árboles; todo se regia por la música que estaba escuchando. Sin moverme del sitio, atravesé la ventana y me convertí en el pájaro que me estaba observando. Comencé a volar. Podía ir a cualquier parte, ir en tu busca, abrazarte y no soltarte jamás. Dejé de agitar las alas y me fui planeando al interior de mi corazón. Tu sonrisa me dio la bienvenida. Y, sin moverme de la silla, todo era dicha y alegría. Terminó el disco y pensé: esta es mi vida.
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