domingo, 5 de enero de 2014

Las palabras de mi silencio

Son dos: te amo. De tu mirada capté tu esencia y, ahora, al contemplar tu sonrisa me transformo en un esteta, pues veo en ella una obra de arte de la naturaleza. Mis penas se derriten en tus labios, la serenidad de tu rostro me calma y me protege. Sueño con tus brazos en mi contorno y mi piel se expande, los pelos se erizan buscando tu contacto, y el sueño es tan real que mi silencio se hace canto: te amo. Y mi corazón lo repite en estribillo, y mis ojos, que desprenden este maravilloso brillo, son el coro solemne que dice te quiero, que dice te adoro, y es tal mi alegría que mi cuerpo grita al mundo que tú eres mi tesoro, que mi riqueza está en tu piel y en tus labios la miel que se deshace en los míos y recorre mis caminos y vericuetos, y soy tuyo mi amor, entero para ti, sin secretos. Por eso mis ojos, mis manos, mi silencio, todos repiten: te amo. Y si el amor en la distancia es duro no por ello es menos puro. Las palabras de mi silencio llegan hasta tu lado y ahora son el hado que te envuelve y te mantiene caliente y, en sueños, oyes de mi voz un te amo, y es a la vez el silencio, y juntos de la mano imaginamos caricias que generan nuestras albricias que, como dos niños, recreamos a diario, como un juego que es a la vez milagro y, sin saber por qué, despiertas, tu piel está ardiente y alerta, y mis manos, con dulzura, recorren tu envergadura y entonces, el propio silencio grita: te amo. Y del susto nos abrazamos, y esto ya no es un sueño pues hace un rato despertamos. Podemos oír nuestros besos y también al silencio, e incluso nosotros también decimos y repetimos: te amo, te amo, te amo.

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