jueves, 1 de mayo de 2014

Esas maravillosas semillas

Vivo en un piso pequeño y uno de mis mayores deseos es tener un enorme jardín. Aquí no tienes sitio, me dice mi padre. Yo le miro y sonrío, él se asombra y, antes de que pueda realizar cualquier pregunta, yo me señalo el corazón. Aquí voy a poner mi jardín, le digo. ¿Y qué vas a plantar ahí? Esas semillas maravillosas llamadas amigos, que pienso regar con mi cariño, alimentar con comprensión, escuchándoles en silencio, amándoles en la distancia cuando en mi hombro no pueden caer sus lágrimas, cuando sus alegrías me llegan por carta. Esas maravillosas semillas que crecen y nunca te olvidan. Y en el jardín de mi corazón regado con tanta emoción, no existe la muerte para tanta maravilla porque, aunque un amigo desaparezca, siempre vuelvo a encontrar sus sonrisas a la vuelta de la esquina, renacen sus abrazos en otro ser humano, revivo sus caricias en otras manos, pero el amigo es el mismo pues lo esencial no ha cambiado.

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