martes, 16 de diciembre de 2014

El abrazo

Lo primero que hice fue imaginar cómo sería darte un abrazo. Luego soñé con él; repetidas veces. Repetidos sueños donde múltiples abrazos aparecían. Después de imaginarlo y soñarlo ya era capaz de recordarlo. Jamás había existido pero mi mente ya había generado un recuerdo del abrazo. Después, como si de una canción se tratase, fui haciendo versiones: abrazo tumbado, abrazo de torsos desnudos, abrazo de cuerpos mojados, abrazo intenso, abrazo cariñoso. Luego fui fusionando los abrazos, abrazo intenso y cariñoso, desnudo y caliente, largo y tendido, abrazo de toda una noche, abrazos a troche y moche, el que siempre he querido dar, abrazo de amor y de nunca acabar, abrazo eterno y sincero, abrazo al mundo entero, abrazo en conjunto y de amigos, abrazos cálidos y en la distancia, abrazos que surcan los mares y caldean los hogares. Abrazos que alimentan y sustentan, abrazos que dan fuerzas, abrazos enérgicos y cósmicos, abrazos del más allá con gente del más acá. Hoy mi memoria está llena de recuerdos de abrazos, imaginados y soñados, de abrazos que nunca he dado pero que mi corazón ha hecho suyos y mi piel ha notado.

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