domingo, 14 de diciembre de 2014

El amor invisible

Llega siempre a bocanadas y, como el aire solícito, va haciendo que descubras en tus movimientos pausados la alegría de existir en el instante que descubres que alguien del exterior te ama, que esa bocanada percibida, sin duda, ha tenido que ser enviada. A veces, atravesando mares, otras, atravesando épocas e incluso, por qué no, dimensiones. El amor invisible no tiene límites, ni condiciones, recorre el espacio, se aposenta despacio o a trompicones. Puede viajar en un sonido, acompañar a una melodía o a una línea de bajo. Puede navegar en fragancias, envolver el ambiente con elegancia. Puede ir diluido en la vida, formar parte del paisaje. Puede contenerlo el movimiento y sacudir tu rostro como el viento; estar en el baile que acometes sin pensártelo dos veces. El amor invisible puede estar en la lluvia que te cala, en esa mirada desconocida que te atrapa, en un ladrido o, tal vez, en nada. El amor invisible duerme, se agazapa, nada en tus sueños. fluye en tu alma.

No hay comentarios: