Perdone, ¿es usted español?

No, ya no. Ahora soy desamparado. Las leyes se derriten en mis manos. Mis protestas las abofetea la policía. Los sueños son asesinados por el desgobierno que campea a sus anchas por este lodazal de despropósitos económicos al que llaman los 'eruditos' del régimen Marcaespaña. Los recién titulados desamparados han abandonado el país en busca del amparo prometido. La esperanza es lo último que se pierde pero el amparo es lo primero. Muchos enfermos mueren suplicando medicamentos. Muchos desahuciados terminan con lo último que les queda: su vida. Los desamparados van en aumento, su número crece, y también su fuerza, aunque a nadie le importe. De momento. Los desamparados se organizan, quieren volver a ser dueños de su patria y de sus sonrisas, quieren compartir la vida, y la sanidad, y la educación. Los desamparados meditan, esperan su turno. Los desamparados quieren volver a dar valor a la vida, quieren que la felicidad no sea solo economía. Los desamparados no tienen patria pero en sus corazones está germinando la alegría.