domingo, 20 de septiembre de 2020

La nada

Hoy soñé con Sócrates, justo en el instante en el que se percató de que no sabía nada. Vaya momento. Analizar tu existencia. hacer funcionar tu pensamiento y percatarte de que todo lo que sabes es tan insulso y tan enorme como la nada. Es tan grande ese momento que, al despertar, pude comprobar al pensar en todo lo que había vivido, en todo lo que había hecho, que solo se trataban de chorradas, que muy bien mi vida podría eliminarse y en el mundo no ocurriría nada, nada cambiaría. la importancia de nuestra existencia pierde sentido cuando pensamos seriamente en ella. Y, es curioso, cuando pienso seriamente en ella, veo mi existencia como una broma, no sé si del destino, de la naturaleza o de un supuesto creador. Y tal vez no solo mi existencia sino la de todos. Muchas bromas juntas fruto del sinsentido y del azar. Algunas bromas se afanan en cosas que no tienen gracia, pero una broma sin gracia ya no es una broma, es algo de mal gusto, algo que no debería haberse hecho. Por eso intento ser una broma divertida, una ilusión que sonríe cada día, algo banal, pura fantasía. E imagino que mi vida tiene sentido que, a lo mejor, pueda compartir la alegría que me encuentre, con suerte, a la vuelta de la esquina. Sócrates llegó a unas cotas muy elevadas de sabiduría y, sin embargo, no sabía nada. Hoy estamos llenos de datos y de información, mucha personas hablan de la generación mejor preparada, la tecnología nos acompaña, pero aquí, ahora, no hay nadie que no sepa nada, mejor dicho, nadie que sepa que no sabe nada. Y es como estar metido en una nube de insectos revoloteando nerviosos, todos dando sus datos, su información, pero sin saber que no saben nada, que lo que están haciendo no vale para nada.

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