jueves, 17 de septiembre de 2020

Silencio, alegría

El ritmo de la lluvia se acopla al de tus jadeos y tu sexo es la nube que descarga nuestros deseos ocultos. Ya no existe el tiempo. Los segundos se juntan en bloque en un minuto que no corre, de una hora petrificada, de un día sin noche porque ya no es día, sólo es lluvia, lluvia de mi alegría. Y tus ojos son el espejo de todos mis besos. Dicen que hay miradas que matan, pero yo no me lo creo. Entro en tu mirada como si fuera mi casa. El pensamiento me desnuda y no somos nosotros sino nuestros recuerdos los que sudan. Hay sonrisas que acarician. Tus jadeos se acoplan al ritmo de la lluvia y el amor hace los coros de esta versión acústica del placer. Hay recuerdos en la vida que no dejan de crecer, el pasado no termina porque vuelve a suceder. Y en cada gota de lluvia tu cuerpo seduce mi ser susurrándole al oído lo que somos, lo que fuimos y lo que debimos ser, pero entonces no supimos pues, inundados de placer, recorrimos infinitos estribillos, saltando estrellas, vagando por aventuras, propias y ajenas. Tú eres yo y yo soy tu vida. La lluvia limpió el deseo y el silencio trajo la alegría.

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